Archivo de septiembre, 2008

Eremus

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

Historias desde la tierra de los muertos vivientes.

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Epílogo

Eremus. Epílogo.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

Acababa de amanecer un nuevo día. Ana despertó con el sonido de un vehículo. Sus nervios se tensaron y empuñó el arma, apuntando hacia la fuente del sonido. Era una furgoneta de reparto, que se detuvo a escasos metros de ella, junto a una valla publicitaria en la que había escrito “Estoy viva, necesito ayuda.”.

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Eremus, capítulo 9. Salto al vacío.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

El coche circulaba a toda velocidad por la carretera. Una de las primeras acciones emprendidas por el ejército había sido despejar las principales vías de acceso a las grandes ciudades, que se colapsaron rápidamente cuando empezó todo aquello. Grandes máquinas apartaron entonces los vehículos vacíos hacia los laterales de la carretera, mientras las tropas protegían a los obreros abriendo fuego contra los cadáveres que se acercaban demasiado al convoy. Gracias a ello, ahora, años después, los pocos supervivientes que quedaban podían transitar por aquellas carreteras en las que raramente se veía más de un automóvil a la vez.

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Eremus, capítulo 8. Voces.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

– ¿Qué dice?

– ¡SSSSSSSSsssssssssssssttttt!

El chico de la mochila y otro de los hombres tenían las orejas pegadas a un mismo walkie, mientras el primero intentaba captar la señal más clara ajustando el control de frecuencia. Llevaban así un par de horas, trasteando los walkies y apartando al perro, que reclamaba sus atenciones.

– ¿Qué dice?

– Cállate coño, déjame que lo pruebe…

– ¿Todavía estáis así? – era el otro gay el que hablaba. – Venga Pol, deja al niño con el juguete y ven a ayudarme con esto.

Pol, su pareja, masculló algo entre dientes sobre el carácter gratificante del matrimonio y se levantó para ayudar a su marido, que espetó:

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Eremus, capítulo 7. Cuerpos inertes.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

Es curioso como nos afecta el paso del tiempo. Los seres vivos lo podemos percibir de distintas maneras, rápida si nos divertimos o lenta si nos aburrimos, aunque un segundo dure lo mismo ya nos aburramos o no. En cambio ¿Cómo se puede medir el paso del tiempo de los objetos? Sólo nosotros, los seres vivos, damos dimensión al tiempo, e intentamos medirlo. Pongamos por ejemplo la radio que abandonó Miguel. Como cosa inerte, no fue consciente del paso del tiempo sobre si, al igual que los muertos vivientes que todavía se movían dentro del autobús. Así pudieron ser días, meses, e incluso años, pero fue un solo instante de tiempo el que transcurrió si tomamos como referencia el último contacto humano con el aparato. La cogió el chico de la mochila, mientras que la chica le esperaba fuera, junto con los dos gays, el perro y el Mitsubishi Outlander. El chico siguió buscando en el interior de la gasolinera, y se fijó que encima del mostrador estaban, además de dos radios de repuesto, un cargador de móvil para coche modificado, de manera sencilla pero efectiva, para poder recargar las baterías del walkie. A un gesto suyo, la chica comenzó a trepar hacia el techo de la gasolinera para ayudarle con las cosas.

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Eremus, capítulo 6. Huida.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

Bajó por la escalera que daba acceso desde el techo hasta el interior de la gasolinera. Normalmente, usaban esa entrada para todo, dejando el acceso por la puerta principal sólo para descargar mercancías. Toda precaución era poca en aquella tesitura.

Se dirigió al servicio, con idea de asearse un poco. Fue una suerte que aquella estación de servicio contase con un pozo propio y una fosa séptica que, visto el tiempo que llevaban allí, debía ser bastante amplia. Cerró la puerta del servicio tras ella, un acto innecesario pero que hacía desde el día de la primera violación. Había sido allí mismo, cuando ni siquiera eran un grupo, fue en los primeros días de la resurrección de los muertos. Ella estaba refugiada en la gasolinera, esperando ayuda del exterior, cuando un día llegó Miguel. Ella le confundió con un muerto al principio, pero cuando el le habló, se dejó caer en sus brazos, llorando. Miguel la consoló acariciándole la espalda. Cuando quiso darse cuenta, Miguel tenía sus sucias manos sobándole las nalgas y su boca, apestando a alcohol, lamiendo su cuello. Se resistió pero Miguel era mucho más fuerte que ella. La violó duramente, sin mediar palabra (excepto las amenazas para mantenerla bajo control) y luego la ató y amordazó. Esta situación duró casi una semana, hasta que la infección, o maldición, hizo que Miguel considerara inútil tenerla retenida. El exterior de la estación de servicio estaba lleno de muertos, no había donde ir. Las violaciones dieron paso a palizas regulares, y finalmente, tras un par de semanas, a la indiferencia y al desprecio.

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Eremus, capítulo 5. Porque tu vuelves.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

Vivían en una gasolinera que se encontraba a las afueras de la ciudad, muy cerca de la autovía, en una elevación natural, lo que les proporcionaba un magnífico dominio de los alrededores. Además, aquel terreno estaba acotado por un perímetro de resistente tela metálica, por lo que cualquier incursión de los muertos tendría que venir forzosamente desde la parte frontal, el carril de servicios de la autovía. No dormían en el interior de la gasolinera, pues era una ratonera con una sola salida. En cambio, dormían en camastros plegables que habían instalado en los laterales del autobús, ya que si las cosas se ponían feas, tan sólo tendrían que arrancar y alejarse todo lo posible de aquel sitio.

Vieron a Miguel, sentado en un viejo sillón que había subido al tejado de la tienda de la gasolinera para hacer guardia más cómodamente.

Dormía sonoramente. Eso significaba que era posible que los muertos estuviesen rondando las cercanías o incluso se hubieran colado en el interior de la gasolinera. Aquello fue demasiado para Jorge.

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Eremus, capítulo 4. Provisiones.

Posted in Eremus on septiembre 4, 2008 by Sata_Nick

Estar allí arriba no era nada agradable. Jorge y el debían eliminar a los muertos que se acercasen demasiado o que parecieran más peligrosos que el resto, y eso suponía estar todo el rato que durara la incursión mirando a las caras de aquellos desgraciados. A veces, incluso sentía pena por aquellos monstruos, e intentaba no pensar en que en otro tiempo todas aquellas bestias caníbales eran hombres, mujeres y niños con vidas comunes, que vivian en casas normales, cada uno con una historia que contar y unas vivencias que ahora se perderían para siempre.

Aquel último disparo había sido raro. Juraría que no le había alcanzado en la cabeza, sino en el cuello. Sin embargo, no había duda de que se trataba de un muerto, andaba torpemente y tenía la cara cubierta de sangre, pero en la forma de desplomarse, y en el último grito ahogado más cercano a un aullido de ira que a un gemido de dolor, le desconcertó. Pero no, no, estaba claro. Aquellas cosas tenían la sangre coagulada en su interior, y un disparo en el cuello, en una persona viva, habría venido seguido de un chorro de sangre que no vio ni por asomo. Además, andaba torpemente, como aquellos muertos con sus tendones semirígidos en sus aterradoras parodias de vida.

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